Actor y espectador

La obra de Alberto genera un quiebre desde la periferia y crece en la posibilidad de manifestarse como producción de imagen, fuera del monopolio capitalino encarnado por la escuela de arte de la Universidad de chile, permaneciendo en una cierta orfandad obligada muchas veces, su pintura refleja esa visón externa, crítica en todo momento. En sus imágenes se permite una búsqueda de referentes que no se remiten a lo nacional o a lo tradicional, y da cuenta de la noción histórica en la cita aleatoria, no siempre reconocible y absolutamente necesaria como proceso de obra, y es una de las mejores muestras del concepto citado por Julia Kristeva y expresado por bajtín, “todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto”[1]. Al hacer la lectura de la obra encontramos esa dualidad. Que esta presente en la mirada a través del ojo infantil, un filtro que nos da cuenta de cierta precariedad, vacío y soledad que sirven como excusa para hablar de un tema personal y de pintura, acertando en la posibilidad de contar varias historias al mismo tiempo, en donde cada pintura es un capitulo de esta novela.

La primera historia es la del niño que visualiza su habitación y la proyecta en toda su extensión sin omitir detalles, nos muestra su cama, a veces individual otras compartida, su camarote, la cama de sus hermanos, vacía, coloreada, incluyéndose, acá se resume un espacio de ensoñación, donde se elabora parte de la obra que se realizará posteriormente.

La segunda historia es la de la pintura, la revisión se materializa en citas, pero que dan siempre saltos de ida y vuelta del siglo XX al XVIII y de este al XIX, sin ningún tipo de problema, como dando una suerte de explicación parcial dejando entrever la labor del espectador, que no solo tendrá que interpretar el cuadro si no que también tendrá que hacerlo con los elementos enunciados, que son parte de la historia de la pintura, que es releída y reestablecida post investigación que en este caso también es presencial.

La tercera historia contada es la propia, en como se ve influenciado pictóricamente y como va realizando con sutilezas una reconstrucción de experiencias de vida, sensaciones y dificultades personales y de la cotidianeidad de la cual son parte los elementos seleccionados al cobrar sentido cada disposición.     

Esta recopilación y suma de citas es construida en partes con la nostalgia presente en la pintura de Peter Doig, en un interior que tiene una carga emotiva como el de la habitación de Van Gogh, presentado en un “escenario” que es   cercano a Kuitca o Gallina, esto visible desde la pinturas de butacas hasta las actuales.

La nostalgia de un pasado segmentado preseleccionado en donde la memoria esta presente y es recurrente, definida como el color que pasa de una fluidez intencional pero difusa, a la uniformidad casi total como si el recuerdo se manifestara en memoria fotográfica, esta uniformidad nos dispone en un interior que tiene múltiples lugares, algunos visibles y otros ocultos por los cuales se va realizando el recorrido visual, luego del primer impacto provocada por la densidad que se siente amplia pero igualmente sofocante superficie.

El modelo escenográfico que sustenta los elementos es una nueva revisión pictórica, como evolución del soporte que citaba a Kuitca pero que se distancia validándose por si misma y presentándosenos como respuesta por que si Kuitca nos muestra un escenario y todo lo que esto implica, acá nos giramos y estamos en presencia del espectador, ejemplificado en las butacas.     

Retomando las pinturas que se ejecutan a partir de la habitación, y particularmente en la cama, se articula como el sueño de un mundo ideal, en donde no hay limites ni formatos encasillados en la idea “pintura” y es vista como obra conceptual apelando a la discusión del por que seguir revisitando la pintura a estas alturas, respondiéndose a la pregunta de sino es mejor salir del cuadro en esta misma idea, y es quizás este uno de sus mayores meritos el poder transitar en un amplio circuito.       

 

Miguel Castro Dinamarca


[1] KRISTEVA, Julia, Semiótica 1, Espiral ensayo, 2da Edición, Titulo original Recherche por une sémanalyse, Traducción José Martín Arancibia, Pág. 190.  




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